Asociación Canaria de Empresarios de Recuperación, Reciclaje y Centros CATS.

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La emisión en enero de 2011 de Comprar, tirar, comprar puso sobre la mesa el concepto 'obsolescencia programada', popularizando un término que, a la práctica, la gran parte de los usuarios había sufrido en primera persona. El que más y el que menos, ya había puesto a prueba que nuestros productos tecnológicos tenían una vida limitada, pero, además, el documental dirigido por Cosima Dannoritzer nos abría los ojos a las graves consecuencias ambientales de este incesable usar y tirar: estábamos convirtiendo a países como Ghana en el basurero electrónico del primer mundo.Un negocio tóxico a escala globalDocumentos TV estrena el domingo 1 de junio La tragedia electrónica, un documental coproducido por TVE con el que Dannoritzer trata de cerrar el círculo empezado con el premiado Comprar, tirar, comprar, orientando esta vez su investigación en los residuos electrónicos que producimos, su reciclaje ilegal y su tráfico desde Europa y EE.UU hasta vertederos de Ghana y China.Los países desarrollados generan hasta 50 millones de toneladas de residuos electrónicosCada año, en los países desarrollados se producen hasta 50 millones de toneladas de residuos electrónicos, el 75% de los cuales desaparece de los circuitos oficiales de reciclaje. Su destino más frecuente son vertederos africanos o asiáticos donde contaminan el agua, la tierra y el aire y envenenan a miles de personas. Un dato que no debería sorprendernos que siguiera aumentando, ya que, solo en 2013, se vendieron 50 millones de televisores de pantalla plana, 300 millones de ordenadores y 2.000 millones de teléfonos móviles y smartphones en todo el mundo. Retorno a AgbogbloshieLa tragedia electrónica empieza en el vertedero Agbogbloshie, en Ghana, uno de los escenarios visualmente más impactantes de Comprar tirar comprar, y con uno de los personajes que más llamaron la atención de los espectadores aquel enero de 2011: el periodista ambiental Mike Anane, al que conocimos llevando a cabo un inventario de algunos de los residuos que llegaban a su país para descubrir cuáles fueron sus propietarios en origen.Se calcula que el tráfico ilegal de esta basura electrónica mueve ya más dinero que el negocio de la drogaCosima Dannoritzer elige este escenario como punto de partida de La tragedia electrónica, dejando claro que tres años después la situación no ha mejorado, sino todo lo contrario. La cantidad de residuos electrónicos que llegan a África se ha duplicado en los últimos tiempos y se estima que el tráfico ilegal de esta basura mueve ya más dinero que el negocio de la droga. Un documental con vocación internacionalLa secuela de Comprar, tirar, comprar inicia en Ghana un viaje de investigación por Europa, China, África y EEUU, poniendo en tela de juicio la debilidad del sistema europeo de reciclaje, la ausencia de compromiso legal en EE.UU, país que no firmó la convención de Basilea, que prohibe la exportación de residuos; denunciando la existencia de ciudades chinas que se encuentran a rebozar de residuos reciclados sin ningún tipo de respeto por el Medioambiente o la salud, y haciendo evidente la incapacidad de las autoridades portuarias europeas y asiáticas para controlar la gigantesca cantidad de basura electrónica que atraviesa los mares cada dia.El documental también advierte de las consecuencias para la seguridad que conlleva la aparición en el mercado de microprocesadores reciclados ilegalmente en Asia y que son empleados en tecnología estratégica y decisiva en nuestra vida diaria, como el transporte o la electromedicina.La tragedia electrónica, coproducida por grandes cadenas de televisión, como ARTE, TVE o Al Jazeera, se verá en todo el mundo.El rodaje en EspañaEl documental habla de un problema a escala global pero también nos enseña el funcionamiento de los circuitos de reciclaje oficiales en entornos locales.Parte de su metraje ha sido rodado en España, donde el equipo liderado por Dannoritzer ha acompañado a Belén Ramos, responsable de Medioambiente de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en la realización de un estudio de seguimiento de residuos electrónicos para investigar su destino final.Solo el 25% de ellos acabaron procesados en plantas autorizadas. El resto terminó en chatarrerías, descampados o almacenes. Eso sí, ninguno de los elementos de la muestra salió del país.El papel del consumidor Dada la cantidad de residuos, la falta de recursos para regular su tráfico y la ineficacia de algunas leyes, La tragedia electrónica termina el relato apelando a la responsabilidad del consumidor que, consciente de lo que le pasa a un producto cuando termina su vida útil, quizá debería redefinir su papel; utilizando sus aparatos durante más tiempo antes de que el planeta se convierta en un enorme vertedero con una larga y tóxica vida por delante. Enlace para visualizarlo: RTVE

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